viernes, 8 de febrero de 2013

Identidades y fronteras


Hacía más de un mes que quería escribir sobre esto.

Resulta que unos cuantos millones de ciudadanos del Estado Español sienten que su sitio no está a lomos de esa “Una Liebre Grande” de la que otros se enorgullecen. Las acusaciones se cruzan, los ciudadanos toman posiciones y el circo comienza su función.

Entendemos que uno es “español” por haber nacido dentro del territorio estatal. Sin embargo uno se siente español porque considera que hay unas señas identitarias comunes en todo el territorio y que ese alguien comparte –con sus particularidades-. Ahora bien, uno se siente catalán, por la misma razón. Hay una identidad cultural catalana, con sus señas propias, que ese alguien comparte con sus vecinos y reivindica como su cultura. Lo mismo con un extremeño, un tinerfeño y uno de Mieres.
Con el paso del tiempo y la convivencia de culturas se crean nuevas que acaban por definirse y homogeneizarse con la creación de fronteras –se crea el envase y dentro se agitan los huevos, la harina, azúcar, ralladura de limón, aceite y yogourt; lo que da paso a la masa del bizcocho- . De este modo se acuñan y diferencian rasgos en forma de costumbres, idiomas, religiones y lo que haga falta, haciéndose propios, únicos, compartidos o lo que sea... de aquella población, comunidad, país…

Hasta aquí la teoría. Lo que pasa es que en tu “jerarquía identitaria”, tú pones el orden de tus pertenencias culturales a grupos, acorde con tu propio autoconcepto. Es algo subjetivo, varía en el tiempo y está en constante cambio. De este modo –hablando solo de pertenencias por lugar de procedencia-, un mismo ciudadano podría verse como:

Pepe:  primero Español, luego Catalán, después Barcelonés…

o, por ejemplo:

Pepe: Catalán ante todo, Barcelonés de toda la vida, Europeo…

Que te sientas más identificado con un lugar que con otro, es cosa tuya, y no se basa solo qué rasgos propios de una u otra cultura tienen más relevancia en tu identidad, sino en tu propia percepción de esta realidad, acertada o no.  Vaya tostón. A partir de ahora es más divertido, lo prometo.

De este modo tenemos a muchos ciudadanos de todas las partes del estado, que basándose en sus rasgos comunes, así como en la historia compartida, se consideran nación. Y tienen derecho a hacerlo, porque evidentemente existen rasgos comunes, que llevan ahí mucho tiempo, existe una cultura común y una historia común, y todo eso concierne tanto a madrileños, como a canariones y vascos.  Ahora ya te has enfadado eh? Jejeje... El siguiente párrafo te gustará más.

No obstante, en todas casas se cuecen fabes –no pensarías que yo no me iba a reivindicar, eh?- y como ya he dicho antes, otros lugares también tienen sus particularidades, su historia y sus movidas. Y muchos ciudadanos de esos lugares se consideran nación. Y también tienen derecho a hacerlo, porque tienen sus rasgos comunes, su territorio y su historia, más o menos extensa. Ahora ya no me quieres pegar, no?



En resumen, at the end of the day una nación no es más que un grupo de personas que dentro de un determinado territorio… se consideran nación. Y se debe respetar, tanto como ellos deben respetar que otros no lo vean así, porque por si no ha quedado claro, nación es un concepto totalmente subjetivo y discutible, como dice Cotarelo en el video (más abajo) "ni Dios sabe lo que es una nación".

Para “venderse” como opción auténtica algunos nacionalistas españoles se dedican a negar y a folklorizar al otro:


“Tú no eres nación! Tú eres solo un parte de nuestra nación, acéptalo! Lo nuestro –tuyo y mío- es cultura (y de la buena, añaden orgullosos) lo solo tuyo no es más que folclore, tu lengua un dialecto y tu obsesión separatista de creerte mejor que yo, es nazismo. Además, no te llamas Françesc, te llamas Francisco, y me da igual lo que ponga tu DNI “

Entre los nacionalistas digamos “periféricos”  se juega a demonizar y “francoizar” al otro:

“Tú eres un opresor y un estúpido, tu país es asqueroso y nosotros no queremos tener nada que ver con vosotros, ejpañoles del diablo. Vuestro país es una mentira, un puzle de piezas que no encajan. A sí, y sois todos franquistas, opresores y por supuesto… nazis. Y os gusta Manolo Escobar.”

En fin, unos negando una identidad con tantos derechos como cualquier otra, y otros homogeneizando lo que hay fuera de sus fronteras como un gran basurero. Así no vamos a ninguna parte.

Las fronteras se han puesto y dejado de poner constantemente a lo largo de la historia. Por diferentes motivos. Ahora muchos quieren añadir algunas. Hay asuntos económicos y proyectos políticos de por medio, que le han dado un gran impulso. Pero por encima del oportunismo de algunos políticos que se acaban de subir al carro existe un sentimiento identitario que merece ser escuchado y comprendido, y que lleva ahí siglos, se manifestase más o se manifestase menos. Hablo de Catalunya.

Dicen que la convivencia ha fracasado. Normal. Tras una dictadura que prohibía su lengua en las escuelas ahora tenemos ministros que resucitan esas viejas ideas e intentan apagar el fuego con gasolina. Yo pienso como aquel actor y “la unidad de España me suda la polla por delante y por detrás”, vaya esto por delante, pero me daría pena que de algún modo ciudadanos con los que comparto muchas cosas considerasen que somos incompatibles. A mi me gusta Barcelona, y me gusta Cuenca y me gusta Oviedo.  

Mi opinión es que un estado tan extraordinariamente heterogéneo, no encaja en el concepto de nación. Y que regiones como Catalunya, tan ligadas al resto del estado, tampoco encajan como naciones. Pero es solo una opinión, cada uno tiene derecho de considerarse o no nación.

Y de independizarse, si su ciudadanía está de acuerdo.





Lo que sé con certeza es que la convivencia entre culturas -con más o menos diferencias-, pasa por aceptar esas diferencias;  la existencia de ese otro sujeto cultural. Así como reconocer las similitudes. Sin este paso no hay convivencia posible. Así, otros tienen que salir del cuento chino de que son completamente diferentes a los del otro lado de la frontera, porque cientos de años de convivencia, pesan. Tanto como 8 siglos de dominio árabe, aunque muchos se quieran olvidar y lanzarles a la cara su supuesta “superioridad española” a ciudadanos del Magreb.

De lo que no vamos a hablar es de “sangre” y “raza” españolas, vascas o de donde sea… Mai de la vida! que ya somos mayorcitos.

PD: Cuando estás en España o Catalunya, parece que las diferentes identidades  como manchego o catalán se hacen más evidentes. Sin embargo cuando estás en el extranjero, como es mi caso, ves juntos a gente de diferentes comunidades y parecen ser todos lo mismo. Cuando hablas con un colombiano, descubres que el habla de “europeos”, y que le parecen muy similares un español un portugués y un francés… Sin embargo se altera si nosotros decimos lo mismo de los latinoamericanos.  Cuando hablas con un chino… pues tiende a englobarnos a todos como occidentales… nosotros tampoco vemos grandes diferencias entre asiáticos… es todo tan relativo.

Si viniesen unos extraterrestres…. Les pareceríamos lo mismo todos.

PD2: Decía la escritora Sara Mago, que un héroe es aquel que no pertenece a ningún rebaño… difícil misión, sin duda.

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